1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 27 | 28 | 29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 | 36 | 37 | 38 | 39 | 40 | 41 | 42 | 43 | 44 | 45 | 46 | 47 | 48 | 49 | 50 | 51 | 52| 53 | 54 | 55 | 56 | 57 | 58 | 59| 60

normal


slowed


VIII.- Otros tipos de la casa
8 OTHER CHARACTERS IN THE HOUSE

Una de las cosas características de Lulú era que tenía reconcentrada su atención en la vecindad y en el barrio de tal modo, que lo ocurrido en otros puntos de Madrid para ella no ofrecía el menor interés.
Mientras trabajaba en su bastidor llevaba el alza y la baja de lo que pasaba entre los vecinos.

La casa donde vivían, aunque a primera vista no parecía muy grande, tenía mucho fondo y habitaban en ella gran número de familias. Sobre todo, la población de las guardillas era numerosa y pintoresca.
Pasaban por ella una porción de tipos extraños del hampa y la pobretería madrileña.
Una inquilina de las guardillas, que daba siempre que hacer, era la tía Negra, una
verdulera ya vieja. La pobre mujer se emborrachaba y padecía un delirio alcohólico político, que consistía en vitorear a la República y en insultar a las autoridades, a los ministros y a los ricos.

IT was characteristic of Lulu that her attention was so
centred in her own neighbourhood and district that
what happened in other parts of Madrid did not interest
her in the least. As she worked at her embroidery she
kept note of the doings of her neighbours.
Although the house in which she lived did not at
first sight seem very large, it had great depth and a
great number of families lived there. The garrets especially
held a numerous and picturesque crowd of lodgers.
Strange types of Madrid's poor and outcast passed
through them. One of the lodgers in the garrets who
was always in trouble was Tia Negra, an old marketwoman.
The poor woman used to get drunk and when
the worse for liquor suffered from a political mania
which consisted of crying, "Long live the Republic,"
and insulting the authorities, the Government, and the
rich.

Los agentes de seguridad la tenían por blasfema, y la llevaban de cuando en cuando a la sombra a pasar una quincena; pero al salir volvía a las andadas.
La tía Negra, cuando estaba cuerda y sin alcohol, quería que la dijeran la señora
Nieves, pues así se llamaba.

Otra vieja rara de la vecindad era la señora Benjamina, a quien daban el mote de
Doña Pitusa. Doña Pitusa era una viejezuela pequeña, de nariz corva, ojos muy vivos y boca de sumidero.
Solía ir a pedir limosna a la iglesia de Jesús y a la de Montserrat; decía a todas horas que había tenido muchas desgracias de familia y pérdidas de fortuna; quizá pensaba que esto justificaba su afición al aguardiente.

The police considered her blasphemous and every now
and then would take her off to prison for a fortnight;
but she never mended her ways.
When sober and in her right mind she wished to be
called Senora Nieves, for such was her name. ?
Another curious old woman was Senora Benjamina,
nicknamed Dona Pitusa. She was a little old woman
with a hook nose, penetrating eyes, and toothless gums.
She used to beg at the Jesus and the Montserrat
churches. She kept on repeating that she had had serious
misfortunes and losses, believing perhaps that this justified
her love of brandy.

La señora Benjamina recorría medio Madrid pidiendo con distintos pretextos,
enviando cartas lacrimosas. Muchas veces, al anochecer, se ponía en una bocacalle con el velo negro echado sobre la cara; y sorprendía al transeúnte con una narración trágica, expresada en tonos teatrales; decía que era viuda de un general; que acababa de morírsele un hijo de veinte años, el único sostén de su vida; que no tenía para amortajarle ni encender un cirio con que alumbrar su cadáver.

 

El transeúnte, a veces se estremecía, a veces replicaba que debía tener muchos hijos de veinte años, cuando con tanta frecuencia se le moría uno.El hijo verdadero de la Benjamina tenía más de veinte años; se llamaba el Chuleta,
y estaba empleado en una funeraria. Era chato, muy delgado, algo giboso, de aspecto enfermizo, con unos pelos azafranados en la barba y ojos de besugo. Decían en la vecindad que él inspiraba las historias melodramáticas de su madre.

She would traverse half the city begging under various
pretexts and sending in tearful letters. Often at nightfall,
with a black veil over her face, she would waylay
a passer-by in the streets and in a theatrical voice repeat
her tragic story: she was the widow of a general;
her son of twenty, her only support, had just died,
and she had not a penny to bury him or light a candle
by his dead body.
Sometimes the listener was filled with pity; sometimes
he answered that she must have a great many
sons twenty years old as they so frequently died.
Her real son was more than twenty years old; he was
known as the Chuleta (Mutton-chop) and was employed
at an undertaker's shop. He was flat-nosed and very thin,
rather hunch-backed, of a sickly appearance, with
saffron-coloured hairs on his chin and the eyes of a fish.
Gossip said that he was the author of his mother's
melodramatic stories.

.

El Chuleta era un tipo fúnebre; debía ser verdaderamente desagradable verle en la tienda en medio de sus ataúdes.
El Chuleta era muy vengativo y rencoroso, no se olvidaba de nada; a Manolo el Chafandín le guardaba un odio insaciable. El Chuleta tenía muchos hijos, todos con el mismo aspecto de abatimiento y de estupidez trágica del padre y todos tan mal intencionados y tan rencorosos como él.

He was a funereal-looking man, and it must have been most unpleasant to see him in
the shop among the coffins.
He was very rancorous and vindictive and forgot nothing;
he entertained a venomous hatred of Manolo.
He had many children and they all looked as forlorn
and tragically stupid as their father and were all as
ill-natured and vindictive as he was.

Había también en las guardillas una casa de huéspedes de una gallega bizca, tan
ancha de arriba como de abajo. Esta gallega, la Paca, tenía de pupilos, entre otros, un mozo de la clase de disección de San Carlos, tuerto, a quien conocían Aracil y Hurtado; un enfermero del hospital General y un cesante, a quien llamaban don Cleto. Don Cleto Meana era el filósofo de la casa, era un hombre bien educado y culto, que había caído en la miseria. Vivía de algunas caridades que le hacían los amigos. Era un viejecito bajito y flaco, muy limpio, muy arreglado, de barba gris recortada; llevaba el traje raído, pero sin manchas, y el cuello de la camisa era impecable.

Él mismo se cortaba el pelo, se lavaba la ropa, se pintaba las botas con tinta cuando
tenían alguna hendidura blanca, y se cortaba los flecos de los pantalones. La Venancia solía plancharle los cuellos de balde. Don Cleto era un estoico.

In these garrets too a squint-eyed, broad-shouldered
Galician woman, la Paca, kept a lodging-house; among
her lodgers was a one-eyed servant from the dissecting
room of San Carlos, known to Aracil and Hurtado, a
nurse of the General Hospital and an unemployed official
called Don Cleto.
This Don Cleto Meana was the philosopher of the
house, a cultivated, well-educated man who had fallen
on evil days. He lived on some little money given to him
by friends. He was a short, thin little old man, very
clean and carefully dressed with his grey beard neatly
trimmed. His clothes were worn but unstained and his
shirt collar was spotless. He himself cut his hair, washed
his clothes, painted his boots with ink when they showed
white cracks and trimmed the edges of his trousers.
Venancia washed his collars for him for notliing. Don
Cleto was a Stoic.

—Yo, con un panecillo al día y unos cuantos cigarros vivo bien como un príncipe —decía el pobre.
Don Cleto paseaba por el Retiro y Recoletos; se sentaba en los bancos, entablaba conversación con la gente; si no le veía nadie, cogía algunas colillas y las guardaba, porque, como era un caballero, no le gustaba que le sorprendieran en ciertos trabajos menesteres.

Don Cleto disfrutaba con los espectáculos de la calle; la llegada de un príncipe
extranjero, el entierro de un político constituían para él grandes acontecimientos.
Lulú, cuando le encontraba en la escalera, le decía:
—¿Ya se va usted, don Cleto?
—Sí; voy a dar una vueltecita.
—De pira ¿eh? Es usted un pirantón, don Cleto.
—Ja, ja, ja —reía él—.

"With a bit of bread and a few cigars I can live like
a prince," the poor man said.
He used to go for walks in the Retiro and Recoletos,
sit down on the seats and converse with people; when no
one was looking he would pick up cigar-ends and put
them in his pocket. As he was a gentleman he did not
choose to be seen at so menial an occupation.
Don Cleto enjoyed the sights of the street; the arrival
of a foreign prince or the funeral of a politician were
for him great events.
Lulu, when she met him on the stairs, used to say:
"Are you going out, Don Cleto ?"
And he would answer:
"Yes, I am going to take a turn."
"Going to amuse yourself, Don Cleto."

¡Qué chicas estas! ¡Qué cosas dicen!
Otro tipo de la casa muy conocido era el Maestrín, un manchego muy pedante y sabihondo, droguero, curandero y sanguijuelero. El Maestrín tenía un tenducho en la calle del Fúcar, y allí solía estar con frecuencia con la Silveria, su hija, una buena moza, muy guapa, a quien Victorio, el sobrino del prestamista, iba poniendo los puntos. El Maestrín, muy celoso en cuestiones de honor, estaba dispuesto, al menos así lo decía él, a pegarle una puñalada al que intentara deshonrarle.

Toda esta gente de la casa pagaba su contribución en dinero o en especie al tío de Victorio, el prestamista de la calle de Atocha, llamado don Martín, y a quien por mal nombre se le conocía por el tío Miserias.

"Ha, ha, ha," he would laugh, "these girls!"
Another well-known character of the house was the
Maestrin, a pedantically wise Manchegan, chemist, leech,
and quack. He had a shop in the Calle del Fucar and was
frequently there with his daughter, a very pretty girl
courted by the money-lender's nephew. The Maestrin who
was very fastidious in questions of honour was-or so
he said-prepared to stab anyone who attempted to seduce
her.
All these lodgers paid their rent, in money or in kind,
to Victorio's uncle, the money-lender of the Calle de
Atocha, Don Martin, familiarly known as Old Skinflint.

El tío Miserias, el personaje más importante del barrio, vivía en una casa suya de la calle de la Verónica, una casa pequeña, de un piso solo, como de pueblo, con dos balcones llenos de tiestos y una reja en el piso bajo.
El tío Miserias era un viejo encorvado, afeitado y ceñudo. Llevaba un trapo cuadrado, negro, en un ojo, lo que hacía su cara más sombría.
Vestía siempre de luto; en invierno usaba zapatillas de orillo y una capa larga, que le colgaba de los hombros como de un perchero.
Don Martín, el humano, como le llamaba Andrés, salía muy temprano de su casa y
estaba en la trastienda de su establecimiento, siempre de vigilancia. En los días fríos se pasaba la vida delante de un brasero, respirando continuamente un aire cargado de óxido de carbono.
Old Skinflint was a bent, clean-shaven, glowering old
man. A square bit of black cloth which he wore over one
eye made his face all the more sinister. He was always
dressed in black; in winter he wore felt slippers and a
long cloak which hung from his shoulders as from a peg.
Don Martin was unwilling to speak to anyone; he
went out very early in the morning and spent the day,
watchfully, at the back of his establishment. On cold
days he spent the whole time by a brasier, breathing air
full of carbon monoxide.

Al anochecer se retiraba a su casa, echaba una mirada a sus tiestos y cerraba los
balcones.
Don Martín tenía, además de la tienda de la calle de Atocha, otra de menos categoría en la del Tribulete. En esta última su negocio principal era tomar en empeño sábanas y colchones a la gente pobre. Don Martín no quería ver a nadie. Consideraba que la sociedad le debía atenciones que le negaba.

Un dependiente, un buen muchacho al parecer, en quien tenía colocada su
confianza, le jugó una mala pasada. Un día el dependiente cogió un hacha que tenían en la casa de préstamos para hacer astillas con que encender el brasero, y abalanzándose sobre don Martín, empezó a golpes con él, y por poco no le abre la cabeza.

At nightfall he went home, had a look at the plants
on his balcony, and closed the windows. Besides his shop
in the Calle de Atocha he had a smaller one in the Calle
del Tribulete, where the principal business was the
pawning of poor people's sheets and mattresses.
Don Martin was unwilling to speak to anyone; he
considered himself ill-used by society. A servant, an
honest man apparently, whom he trusted, had played him
a nasty trick. One day he seized the ax which was used
in the pawnshop for cutting up wood for the brasier
and fell upon Don Martin and nearly killed him.

Después el muchacho, dando por muerto a don Martín, cogió los cuartos del
mostrador y se fue a una casa de trato de la calle de San José, y allí le prendieron.

Don Martín quedó indignado cuando vio que el tribunal, aceptando una serie de
circunstancias atenuantes, no condenó al muchacho más que a unos meses de cárcel.
—Es un escándalo —decía el usurero pensativo—. Aquí no se protege a las
personas honradas. No hay benevolencia más que para los criminales.
Don Martín era tremendo; no perdonaba a nadie; a un burrero de la vecindad,
porque no le pagaba unos réditos, le embargó las burras de leche, y por más que el burrero decía que si no le dejaba las burras sería más difícil que le pagara, don Martín no accedió. Hubiera sido capaz de comerse las burras por aprovecharlas.
Victorio, el sobrino del prestamista, prometía ser un gerifalte como el tío, aunque de otra escuela. El tal Victorio era un Don Juan de casa de préstamos.

Thinking he was dead, the youth took the money in the
till and went to a brothel in the Calle de San Jose and
was there arrested.
Don Martin was indignant when at the trial various
extenuating circumstances were taken into account and
the youth was only sentenced to a few months of imprisonment.
"It is a scandal," said the usurer thoughtfully. "There
is no protection in this country for honest persons, mercy
is reserved for criminals."
Don Martin was a dreadful person, without pity for
anyone. He confiscated the she-asses of a donkey-man
who could not pay him interest due; and when the man
said that if he took away the asses it would be all the
more difficult to pay him he would not listen; indeed
he was capable of eating the donkeys to get some use out
of them.
Victorio, the money-lender's nephew, gave promise of
being a hawk as keen as his uncle, but of another school.
This Victorio was the Don Juan of money-lenders.

Muy elegante, muy chulo, con los bigotes retorcidos, los dedos llenos de alhajas y
la sonrisa de hombre satisfecho, hacía estragos en los corazones femeninos. Este joven explotaba al prestamista. El dinero que el tío Miserias había arrancado a los desdichados vecinos pasaba a Victorio, que se lo gastaba con rumbo.
A pesar de esto, no se perdía, al revés, llevaba camino de enriquecerse y de
acrecentar su fortuna.

Victorio era dueño de una chirlata de la calle del Olivar, donde se jugaba a juegos
prohibidos, y de una taberna de la calle del León. La taberna le daba a Victorio grandes ganancias, porque tenía una tertulia muy productiva. Varios puntos entendidos con la casa iniciaban una partida de juego, y cuando había dinero en la mesa, alguno gritaba:
—¡Señores, la policía! Y unas cuantas manos solícitas cogían las monedas, mientras que los agentes de policía conchabados entraban en el cuarto.
A pesar de su condición de explotador y de conquistador de muchachas, la gente del barrio no le odiaba a Victorio. A todos les parecía muy natural y lógico lo que hacía.

Very smart and elegant, with a curled moustache and his fingers
full of rings, he played havoc with women's hearts.
He exploited the money-lender, and the money extracted
by Old Skinflint from the wretched lodgers passed into
the pockets of Victorio, who spent it splendidly.
Yet far from ruining himself, he was likely to become
rich and prosperous.
He was the owner of a gaming den in the Calle del
Olivar, where forbidden games were played, and. of a
tavern in the Calle del Leon.
Victorio's tavern was highly remunerative. Certain ruffians
who had arranged the affair with the owner of the
tavern, would start a gambling game, and when there
was money on the table one of them would cry:
"Gentlemen! the police!" A few eager hands would
seize the coins on the table, while the police, a party to
the trick, entered the room.
In spite of his exploiting the poor and playing Don
Juan among the girls, the people of the neighhourhoocl
did not hate Victorio; they all thought what he did very
natural and logical






contact privacy statement imprintimprint